Anne no es Cristina
Al cumplir el primer año de ejercicio de gobierno, apreciamos con diáfana claridad que desde su aparición en la escena política, el presidente Rafael Correa se ha propuesto captar cuanto espacio de poder y representación existe sobre la faz del Ecuador. En su camino para conseguirlo, capitaneó la fundación de dos nuevas provincias, fragmentando “casualmente” su principal foco de oposición: Guayas. Manipulando la aspiración legítima de sus habitantes, convirtió en el gran ganador al oficialismo, colgando el rótulo de perdedor al Partido Social Cristiano, y comprometiendo la herencia que esperaba legar el Prefecto Lapentti, quien de esta manera, tras quince años en el cargo aprende una dura lección: A veces hay que saber retirarse a tiempo.
Pero más peligroso es observar que dentro de la abominación jurídica que es la Asamblea , existe una acefalía opositora. Tan baja es la confianza del electorado en los partidos tradicionales, que ni siquiera doblando la oferta (al proponer hacer del país una gran ciudadela donde todos vivamos con guardia a la puerta) el líder del PRIAN logra mejorar su posición, por eso el alcalde de Guayaquil se ha declarado líder de “corrientes ciudadanas” hace ya varios meses.
Lo extraño es que ningún asambleísta, haya tomado como bandera de lucha la incontenible alza de precios que estamos viviendo. La cifra del 3,32% de inflación no refleja el aumento que han sufrido los costos de la comida desde enero de 2007; es cuestión de preguntarlo a cualquier ama de casa y no a los tecnócratas del INEC y sus curiosas estadísticas. Debería algún asambleísta pararse sobre su curul y exigir al “mandatario” Alberto Acosta que ya que la Asamblea goza de plenos poderes cesen en sus funciones los Intendentes de Policía de todas las provincias del país, por ineptitud en el control de los precios oficiales.
Las marchas realizadas en la ciudad de Guayaquil, tanto por el oficialismo como por el Alcalde de la ciudad, reflejan una suerte de lanzamiento de campaña o el anuncio formal de dos posturas confrontadas a las que los medios de comunicación han realizado una gran cobertura, minimizando la una y magnificando la capacidad de respuesta de la otra. Es indiscutible el apoyo que obtuvo la marcha del 24, pero con matices (al igual que la del gobierno) ni todos eran guayaquileños, ni todos eran voluntarios.
Es interesante resaltar el parecido en la forma de gobernar de RCD con el ex presidente de la república Argentina Néstor Kirchner, hoy prolongado en su mandato por su esposa. Su estilo de comunicar es similar, me atrevería a decir más que al de Chávez o Evo de quienes ha tomado la metodología “refundadora” del estado (que Néstor Kirchner no necesitó porque desde la crisis de 2001 el ejecutivo ya gozaba de “superpoderes”). Kirchner comunicaba confrontando; todos los días se inventaba un nuevo enemigo, presentaba cifras inflacionarias totalmente alejadas de la realidad, vivía en constante conflicto con los medios de comunicación y concentraba todos los poderes de tal manera que era inapelable su control sobre los gobiernos secciónales; endosaba las acciones desacertadas de su gobierno a secuelas del oscuro pasado neoliberal aplicado en los noventas. ¿A quién se parece?
Ambos, tanto nuestro presidente como el ex presidente argentino son políticos de traje y corbata. Surgieron de la clase media académica, ninguno salió de algún cuartel o de la lucha obrera. Kirchner encontró la inspiración para su proyecto político durante los setentas, la década del terrorismo de estado en la Argentina. Nuestro presidente, bien pudo haber sido un teólogo de la liberación.
Sin embargo Kirchner, llegó perdiendo la primera vuelta, ganando la elección por retiro de Menem y legitimó su gobierno con un crecimiento sobre el 7% a diferencia de Ecuador, que compite con Haití en crecimiento por el puesto del país más pobre de la región con un precio del petróleo nunca antes visto. Korrea debería rectificar lo que de forma cada vez más estentórea le exige la ciudadanía, porque otra clara diferencia entre Kirchner y él, es que Anne no es presidenciable y no podrá cubrir su retirada.
Oswaldo Moreno Ramírez
Al cumplir el primer año de ejercicio de gobierno, apreciamos con diáfana claridad que desde su aparición en la escena política, el presidente Rafael Correa se ha propuesto captar cuanto espacio de poder y representación existe sobre la faz del Ecuador. En su camino para conseguirlo, capitaneó la fundación de dos nuevas provincias, fragmentando “casualmente” su principal foco de oposición: Guayas. Manipulando la aspiración legítima de sus habitantes, convirtió en el gran ganador al oficialismo, colgando el rótulo de perdedor al Partido Social Cristiano, y comprometiendo la herencia que esperaba legar el Prefecto Lapentti, quien de esta manera, tras quince años en el cargo aprende una dura lección: A veces hay que saber retirarse a tiempo.
Pero más peligroso es observar que dentro de la abominación jurídica que es la Asamblea , existe una acefalía opositora. Tan baja es la confianza del electorado en los partidos tradicionales, que ni siquiera doblando la oferta (al proponer hacer del país una gran ciudadela donde todos vivamos con guardia a la puerta) el líder del PRIAN logra mejorar su posición, por eso el alcalde de Guayaquil se ha declarado líder de “corrientes ciudadanas” hace ya varios meses.
Lo extraño es que ningún asambleísta, haya tomado como bandera de lucha la incontenible alza de precios que estamos viviendo. La cifra del 3,32% de inflación no refleja el aumento que han sufrido los costos de la comida desde enero de 2007; es cuestión de preguntarlo a cualquier ama de casa y no a los tecnócratas del INEC y sus curiosas estadísticas. Debería algún asambleísta pararse sobre su curul y exigir al “mandatario” Alberto Acosta que ya que la Asamblea goza de plenos poderes cesen en sus funciones los Intendentes de Policía de todas las provincias del país, por ineptitud en el control de los precios oficiales.
Las marchas realizadas en la ciudad de Guayaquil, tanto por el oficialismo como por el Alcalde de la ciudad, reflejan una suerte de lanzamiento de campaña o el anuncio formal de dos posturas confrontadas a las que los medios de comunicación han realizado una gran cobertura, minimizando la una y magnificando la capacidad de respuesta de la otra. Es indiscutible el apoyo que obtuvo la marcha del 24, pero con matices (al igual que la del gobierno) ni todos eran guayaquileños, ni todos eran voluntarios.
Es interesante resaltar el parecido en la forma de gobernar de RCD con el ex presidente de la república Argentina Néstor Kirchner, hoy prolongado en su mandato por su esposa. Su estilo de comunicar es similar, me atrevería a decir más que al de Chávez o Evo de quienes ha tomado la metodología “refundadora” del estado (que Néstor Kirchner no necesitó porque desde la crisis de 2001 el ejecutivo ya gozaba de “superpoderes”). Kirchner comunicaba confrontando; todos los días se inventaba un nuevo enemigo, presentaba cifras inflacionarias totalmente alejadas de la realidad, vivía en constante conflicto con los medios de comunicación y concentraba todos los poderes de tal manera que era inapelable su control sobre los gobiernos secciónales; endosaba las acciones desacertadas de su gobierno a secuelas del oscuro pasado neoliberal aplicado en los noventas. ¿A quién se parece?
Ambos, tanto nuestro presidente como el ex presidente argentino son políticos de traje y corbata. Surgieron de la clase media académica, ninguno salió de algún cuartel o de la lucha obrera. Kirchner encontró la inspiración para su proyecto político durante los setentas, la década del terrorismo de estado en la Argentina. Nuestro presidente, bien pudo haber sido un teólogo de la liberación.
Sin embargo Kirchner, llegó perdiendo la primera vuelta, ganando la elección por retiro de Menem y legitimó su gobierno con un crecimiento sobre el 7% a diferencia de Ecuador, que compite con Haití en crecimiento por el puesto del país más pobre de la región con un precio del petróleo nunca antes visto. Korrea debería rectificar lo que de forma cada vez más estentórea le exige la ciudadanía, porque otra clara diferencia entre Kirchner y él, es que Anne no es presidenciable y no podrá cubrir su retirada.
Oswaldo Moreno Ramírez